Jean-François-Charles de La Molette, conde de Morangiès

Nacido el 22 de febrero de 1728 en el castillo de Boy, parroquia de Lanuéjols, fue bautizado el 3 de marzo siguiente en la capilla de este castillo.

Como muchos nobles, entró en el servicio de armas, muy joven, a los 14 años, como mosquetero del rey. Durante la Guerra de Sucesión Austríaca (1741-1748) participó en la mayoría de las batallas y asedios ocurridos en los Países Bajos.

Al comienzo de la Guerra de los Siete Años (1756), mandaba, con rango de coronel, el regimiento de infantería ‘Languedoc’, en el ejército que, bajo el mando del mariscal-duque de Richelieu, desembarcó en Menorca, ocupada por las tropas británicas desde 1703; tras la caída de Mahón, que permitió el control de la isla, el mariscal de Richelieu, a quien el rey había enviado a Alemania, nombró al coronel-conde de Morangiès gobernador de Menorca. Allí permaneció hasta la firma de la paz en 1763, habiendo ascendido durante este tiempo a brigadier en 1761 y luego mariscal de campo en 1762. Cuando el conde de Morangiès abandonó el servicio, era, al igual que su padre, comendador de la Real y Militar Orden de San Luis.

En 1753 contrajo matrimonio con Marie-Paule-Thérèse de Beauvilliers de Saint-Aignan, hija de un duque y par de Francia; de permiso con motivo de su matrimonio, el inspector general Cremilles comentó de él como coronel del regimiento Royal-Languedoc: “Es una buena persona, sensato y trabajador. No tiene mucha cultura, pero está comprometido con sus deberes y podría ser un buen oficial”. Fue recibido en la Corte en 1756. Por desgracia, su esposa falleció en octubre de 1756, dejándole con dos hijos, François-Paul y Paul-Hyppolite-Charles.

Los gastos necesarios para “mantener su status” tanto de coronel, propietario de su regimiento, como de señor de la Corte, mermaron peligrosamente la -por otro lado considerable- herencia familiar, con gran escándalo de sus hermanos mayores.

Obtuvo de su padre, mediante un contrato ante notario, una serie de ventajas, equivalentes a una sucesión prematura y al título del derecho de primogenitura. Pronto, de todas las propiedades de la familia, no quedaba más que la finca de Saint-Alban, que además estaba hipotecada; en 1770, sobre un capital de dos millones de libras (fundamentalmente hipotecario, difícil de movilizar), acumulaba 700.000 libras de deudas. Se sabe que en la época de la Bestia dividía su tiempo entre Saint-Alban, donde se ocupaba activamente en la persecución del animal, Versalles y París … donde, para algunos, vivía de una forma muy censurable.

Pero poco después caerá sobre él un verdadero infortunio. El 11 de febrero de 1773 es encarcelado por deudas en la prisión de la Conciergerie, en París, donde se reúne con uno de sus acreedores y acusadores; en efecto, había suscrito de forma imprudente ante dos hombres de negocios deshonestos un reconocimiento de deuda que no podía pagar. Pero los nobles del Gévaudan presentaron ante el rey un petición a su favor, mientras que “el rey Voltaire” escribió una indignada sátira clamando por la inocencia del conde de Morangiès. Tras la celebración de un segundo juicio, celebrado en el Parlamento, se comprobó que, habiendo solicitado en realidad un préstamo de entre 20.000 y 25.000 libras, el infeliz, ajeno como todos los de su clase a cuestiones financieras y legales, se encontró deudor de más de un millón de libras. Fue absuelto y liberado, mientras que a sus abusivos acreedores se los mantuvo encarcelados.

Enfrentado a sus hermanos por haber derrochado la herencia, a pesar de ello se unió a los dos mayores para reclamar y obtener del rey para su anciano padre una pensión anual y la promesa de un cargo de gobernador.

Sin embargo, después de la muerte de su padre, acaecida en abril de 1774, considerándose deshonrado por su juicio, abandonó París con destino primero Holanda, después Francfort y, finamente, Metz, donde se instaló con su hijo mayor. Allí se enamoró de una vividora, que ya tenía un marido tan legítimo como complaciente, y una hija; acabó casándose con ella y reconociendo a la niña… a la que deshonró. Desesperado, regresó a París, se reconcilió con su conflictiva esposa y volvió a conocer la prisión. Los dos terminaron instalándose en el castillo de Saint-Alban, único vestigio de una inmensa fortuna. Durante el transcurso de una disputa conyugal, Jean-François-Charles de La Molette de Morangiès fue golpeado con una pala por la arpía de su esposa y murió a consecuencia de las heridas (1801).

No diremos gran cosa de las tres últimas generaciones descendientes de Jean-François-Charles. Su mediocre hijo mayor, François-Paul, capitán en el regimiento de Languedoc, se casó en 1786 y emigró en 1793. Fue el padre de Paul-Hyppolite, casado en 1804. El último representante, Christophe-Théodore, falleció en 1888 sin descendencia masculina. Había vendido en 1821 el castillo de Saint-Alban.