Hervé Boyac
La Bestia de Gévaudan, el lobo finalmente rehabilitado

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Una bestia aparece en junio de 1764, en el Gévaudan, convertido posteriormente en el departamento de la Lozère. Rápidamente, va a sembrar el terror entre los habitantes de esta región rural, pobre y austera. Los supervivientes de los ataques dirán sin ninguna duda que no se trata de un simple lobo, sino de otro animal desconocido aquí, al que llamarán “la Bestia”.
Con una audacia desconcertante, atacará preferentemente a niños cuya tarea principal es cuidar del ganado. Imprevisible, realiza grandes desplazamientos y sobrevive a los disparos que recibe… ¡parece invulnerable!
Evitando todas las trampas, escapará de las cacerías organizadas contra ella por los mayores especialistas en la materia enviados por el rey Luis XV.
Desesperados, los campesinos se sumarán también a las plegarias del obispo de Mende, pensando que se enfrentan a un demonio que sólo Dios podría destruir.
Finalmente, tras cuatro años de estragos sangrientos, la Bestia “caerá” bajo las balas de un campesino llamado Jean Chastel, y los ataques cesarán para siempre.
Además de su conocimiento del terreno, este último había descubierto que la Bestia no era un animal común y que, por añadidura, no actuaba sola, sino que dependía de un apoyo humano. Para detener los ataques no bastaba con abatirla, había que ir más lejos. Tras profundas reflexiones, esto es lo que él hizo para librar a su tierra de tantos sufrimientos.

Esta obra muestra en detalle que la historia se revela más complicada que todo esto.

¿Quién pudo urdir tal complot, y por qué? El asunto tiene lugar veinticinco años antes de la futura Revolución Francesa, y las tensiones comienzan a estar muy vivas en las provincias; viejos conflictos resurgen. Los nobles locales pueden estar tentados de vengarse de los perjuicios que la monarquía, ya vacilante, les ha causado. La Bestia y su cúmulo de asesinatos es un medio, entre otros, de desestabilizar el reino.

A fecha de 19 de junio de 1767, esta maquinación diabólica que dura ya 1.000 días, provocando la muerte de 78 personas conocidas, entre ellos 64 niños, y casi 160 ataques contabilizados oficialmente, toca a su fin. Desde entonces, en Francia, el lobo ha sido considerado siempre responsable de este detestable asunto, del que, sin embargo, está exento de toda culpa.

Este libro proporciona informaciones útiles para comprender mejor este complejo asunto, exculpando al lobo inequívocamente. Por mi parte, defiendo al lobo, porque, en mi opinión, la Bestia no era un lobo ni un animal salvaje, sino necesariamente una asociación hombre/animal. Una hipótesis difícil de creer a priori , pero que al final se muestra coherente. Así, a contracorriente de las ideas admitidas y aun a riesgo de ofender a algunos, he elegido un visión que creo justa, manteniendo en el espíritu una infinita compasión por sus muchas víctimas jóvenes...

 

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