Historia del Gévaudan |
El condado de Gévaudan, que aparece ya alrededor del año 960, desaparece hacia 1030, reemplazado por varios vizcondados. A finales del siglo XI, el vizconde de Millau, Gilbert, reúne varios condados y se titula conde de Gévaudan. Por matrimonio, el condado de Gévaudan pasa a la casa de Barcelona, que adquiere después el reino de Aragón. San Luis IX, rey de Francia, preocupado por ver a Aragón asentado tan al norte, negocia la compra del Gévaudan en 1258 con el rey Jaime I de Aragón, y añade el condado a los dominios reales. El Gévaudan, reconquistado a los árabes por la dinastía carolingia tras una dura lucha, se encuentra muy pronto dividido entre la autoridad franca, tan sólo teórica por ser demasiado lejana, y el principado de Aquitania, un tanto indiferente a esta región, pobre, esencialmente agrícola y de difícil acceso. Hasta la guerra de los Cien Años, la verdadera autoridad la ejercerán las grandes señorías feudales (las «ocho baronías»), suficientemente poderosas y organizadas como para ignorar unas lealtades demasiado estrechas. Solamente la Iglesia puede ser considerada en esta época como un «contrapoder», que se va a desarrollar progresivamente como intermediario de la autoridad real (acta de condominio de 1306). Esta autoridad real se puede considerar definitivamente establecida a finales del siglo XV. Así, entre los siglos IX y XV, más de quinientos años, las «ocho baronías del Gévaudan» dominan el país bajo el principio de los lazos de vasallaje, sustentado por una densa red de fortalezas y castillos, símbolo de protección y de sometimiento, tranquilizador o aterrador según las épocas, los lugares y el carácter del poseedor del feudo. Hay que citar aquí Saint Julien du Tournel, Saint Julien d'Arpaon o el castillo de Portes (en la Gard pero propiedad de la comuna de Châteauneuf-de-Randon). Aparte de un pequeño señorío de campesinos propietarios, bastante compacto y presente durante todo este periodo en el sureste del Gévaudan, el sistema de influencia feudal es clásico y relativamente homogéneo. El señor recibe a modo de feudo (teóricamente del rey) un territorio que asigna a otros señores de menor importancia. Estos, a su vez, obtienen la fidelidad de guerreros y campesinos mediante la distribución de arrendamientos, permitiendo a las familias subsistir a cambio de servicios o imposiciones que aseguran el mantenimiento del castillo y de su sistema defensivo, así como de la economía de su territorio. |