Cerca de una veintena de obras se han escrito sobre la Bestia del Gévaudan. ¿Por qué ocuparse entonces de un tema de sobra conocido sobre el que un gran número de historiadores se ha inclinado desde hace mucho tiempo?

Respondo sin grandes frases. Si he escrito este libro es porque estoy profundamente convencido de que aún quedaban cosas por decir.

En efecto, el personaje central es una bestia, y he podido constatar que los historiadores, por los cuales siento una innegable admiración cuando se dedican a la historia, no se encontraban cómodos en el terreno de la zoología, al que es conveniente relacionar todo lo referido al mundo animal.

Tras leer los libros de mis predecesores, he registrado unos errores tales debidos precisamente a su total ignorancia sobre el comportamiento animal, que se me ha impuesto con fuerza la necesidad de una obra algo menos tenebrosa.

Ni que decir tiene que no pretendo esclarecer por completo esta sombría historia de la Bestia del Gévaudan, pero me atrevo a creer que a partir de ahora aparecerá un poco más clara, un poco más verosímil … o un poco menos inverosímil.